En esos lapsos vacios de tiempo, siempre algo pasa.
El perpetuo y viciado rompecabezas muta sus usuales combinaciones...hacia una salida, un cambio.
Esa salida de tunel, en donde cada momento que pasaba se vio mas cerca.
Con calma.
Esa calma que solamente nos puede conferir los instantes que transcurren, sordos, vacíos, insomnes.
De que hechos aciagos quedaron atrás.
La lluvia que cae y se evapora, para subir al firmamento nuevamente.
En donde el prisma se descompone y señala un camino, repleto de luz.
El final del tormento, en donde se sienten nuevos tiempos, serenos, cercanos.
Ya no se sufre. Cientos de días miran sorprendidos hacia el aquí y el ahora.
No se confunden.
Jamás me rendí, después de todo....
Aún en interminables espirales que no llevaban a ningun lado.
Ciertamente, ya no es hora del daño.
Ni del autoengaño.
Los minutos se perpetúan al sonido de estas teclas insomnes.
En esos lapsos vacios de tiempo.
En esos momentos donde algo cambia; y los colores aparecen, en una eternidad de ternura,
pero a la vez de un segundo. Cuando en un lapso vacio de tiempo algo no fue lo mismo; y las pautas fueron rotas, desmantelado el funesto esquema.
...y dos personas que fundidas en un abrazo, que esperaba ansioso ser sacado de su letargo,
letargo de centenarios días...
Y un (in)esperado beso de madrugada.
Sin importar cómo, cuando y donde, me quisiste. Ahí.
Y te quise, como hace tanto tiempo...
En un lapso de tiempo vacío. Vacio de tiempo, rebosante de plenitud.
Impregnado del perfume de tu piel.
Noviembre 2006
El perpetuo y viciado rompecabezas muta sus usuales combinaciones...hacia una salida, un cambio.
Esa salida de tunel, en donde cada momento que pasaba se vio mas cerca.
Con calma.
Esa calma que solamente nos puede conferir los instantes que transcurren, sordos, vacíos, insomnes.
De que hechos aciagos quedaron atrás.
La lluvia que cae y se evapora, para subir al firmamento nuevamente.
En donde el prisma se descompone y señala un camino, repleto de luz.
El final del tormento, en donde se sienten nuevos tiempos, serenos, cercanos.
Ya no se sufre. Cientos de días miran sorprendidos hacia el aquí y el ahora.
No se confunden.
Jamás me rendí, después de todo....
Aún en interminables espirales que no llevaban a ningun lado.
Ciertamente, ya no es hora del daño.
Ni del autoengaño.
Los minutos se perpetúan al sonido de estas teclas insomnes.
En esos lapsos vacios de tiempo.
En esos momentos donde algo cambia; y los colores aparecen, en una eternidad de ternura,
pero a la vez de un segundo. Cuando en un lapso vacio de tiempo algo no fue lo mismo; y las pautas fueron rotas, desmantelado el funesto esquema.
...y dos personas que fundidas en un abrazo, que esperaba ansioso ser sacado de su letargo,
letargo de centenarios días...
Y un (in)esperado beso de madrugada.
Sin importar cómo, cuando y donde, me quisiste. Ahí.
Y te quise, como hace tanto tiempo...
En un lapso de tiempo vacío. Vacio de tiempo, rebosante de plenitud.
Impregnado del perfume de tu piel.
Noviembre 2006