2.4.07
Transición
Ahi va. Ahí fue.
Un último día más.
Ya de noche, escucho el motor del bus que cual burro de campo continúa avanzando por el sinuoso camino. Pronunciadas curvas indicándome la despedida de mis últimos días de vacaciones; diciéndole adiós a un ciclo que se apresura en encontrar su lugar en el baúl de mi memoria. De mis momentos y recuerdos; algunos inolvidables, felices, otros un poco más olvidables. Momentos al fin...que han construido mi historia a lo largo de mi vida, entrelazando tantas circunstancias como emociones pasajeras y afectos co-construídos, emergiendo a medida que asocio sonidos, musica e imágenes, con el enésimo giro del bus, provocándome un pequeño mareo.
No es suficiente para incomodarme. Quiero seguir mirando.
Quiero seguir avanzando.
Avanzo mientras las luces se desvanecen en pequeñas ondas que permiten ver un poco hacia afuera de las ventanas. No se ve mucho del camino, tal vez eso, un tanto desesperante...quien sabe a estas alturas...
La obsesiva y geométrica guarida...esa cárcel invisible que a la vez se torna más impredecible. Y no hay vuelta atrás, otra transición ha comenzado.
Una vez más mis anhelos, mis inseguridades, mis deseos truncos, y mis sueños hacen un festín del espíritu, cada vez más confundido. Mejor quedarse con los sueños, puros...en bruto.
Sueños que con el difuso y sinuoso camino están allí, movilizándose en torno a momentos, ansiosos por ser narrados.
Atrás queda el corral de estudiante, que mientras sigo caminando, se encarga de recordarme dudas, rabias y angustias.
Ahora sí que esta vez voy solo. Capacidades, esfuerzos, talentos en torno de cosas cada vez más tangibles. Y se acaba el juego. No hay más ensayos. Una vez más a esperar y sufrir... partir de cero.
Jugársela, esta vez en serio, como nunca antes.
Como teniendo la idea de que acecha una nueva recta final.
Final; al fin y al cabo...aunque el camino sólo se alumbre parcialmente, permanentemente cambiando y haciendo mutar la percepción hacia infinitos enigmas, que se agolpan en los pensamientos, cuando se oprimen por hechos que aun no acaecen.
El tiempo siempre será tiempo; los días, días y los ciclos, ciclos. De peajes y vidas como pequeñas pausas y grandes cambios y acontecimientos. El camino y yo, ahora sintiendo los pasos cada vez menos inmaduros y más conectados con mi esencia.
Finalmente se detiene el bus. Hemos llegado al terminal...
...el recorrido acaba.
Es tarde y la noche se deja sentir en cada recoveco de la calle, en cada sordo paso de algún transeúnte, en cada grito desesperado, en cada asalto, en cada vehículo que pasa; en cada ruido e imagen. En cada nuevo momento que nace en mi recuerdo.
Se va un día; es innegable un sabor especial en la noche.
Mí noche.
Esa que señalará en unas horas el primer día del resto de mis días.
Como antes y como siempre.
Marzo 2007
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