27.4.06

Símbolos Extras...

Vidas, guiones; guiones y filmes. Protagonistas somos de películas vitales...


Humanos, y/o humanoides, las estrellas del filme, quizás repentinamente dejados llevar por una alucinación repleta de canciones que componen la propia banda sonora, y de escenas dignas de premio Oscar, de un cuento de hadas.
O de suspenso, o espanto. Además, sumando a la mezcla, la voluntad, el tomar decisiones, el querer realizar sueños, el darse cuenta.
Coger el timón de la vida, y que te importe. Y que te importe un carajo situaciones que no valen la pena, y que no hacen crecer a nadie. Que no nos ericen ningún pelo.

Y así, nos encontramos todos inmersos en una infinita red, y futuras redes, que marcarán nuestras pautas durante mucho tiempo. Re-creamos día tras día nuestra realidad; actuamos, engañamos y nos sinceramos. Lloramos, reímos a carcajadas, y ciclos que parten de nuevo, perpetuamente. Y los detalles de nuestro mundo cambian y mucho. Y dónde quedó la película propia?

Aquí precisamente…

Aquella película de mí vida y de nuestra vida. Entrelazadas con películas de muchos otros, complejizando aun más la abstrusa maraña de las interacciones humanas. Esa película, del actor principal, los de reparto y los extras. Esos cómplices, en-red-dados con miles de circunstancias concertadas a guiar y consumar un suceso inevitable en la vida del protagonista. Buenos, malos, trágicos, cómicos. Y como extras siempre tienden a ser olvidados; y también, el olvidarnos de nosotros mismos como cómplices, como solamente uno más, en las películas de otras vidas protagonistas.

La constante fluctuación entre el anonimato y la trascendencia. Y vaya que tienen a veces esos cómplices...

A la amable camarera, que en un café me dice intempestiva y sigilosamente: “vas bien…suerte!”, al intentar conquistar a alguna mujer del pasado…
Al empático hincha desconocido que puteó conmigo, cuando nuestro equipo mostraba cada vez menos sangre en el cuerpo.
Al viejo gurú evangélico que alguna vez predicaba y vociferaba sin que nadie lo escuchara, en un estacionamiento semi-vacío…
A la señora empapada en sudor, que le ofreciste el asiento de la micro, y te regaló un rosario.
Al empleado de banco que rechaza cheques por firmas chuecas.
A la mujer del metro, que mira fijamente tus ojos vergonzosos.
Al barman de turno, que pasa la enésima botella, mientras vomitas penas de amor.
A la gitana del parque, que lee la suerte y tira escupos a granel.
Al locutor de la radio donde mandas un ebrio saludo a una chiquilla.
A las hojas de otoño, señalando pronta caducación.
Al llanto de alguien escondido en la oscuridad, al compás de la música de la llovizna.
A los novios que ves salir de una iglesia que saludan agradeciendo los parabienes.
Al chofer de la micro, que aún se rehúsa a parar donde se le plazca.
A los vecinos, desconocidos, pero conocidos

Mis reconocimientos, en su complicidad y su simbolismo, de significados que mutan permanentemente…

Terminé dirigiéndome a mí mismo. De ciclos, actores y seres.

Pura vida, pura película. Los extras, esos símbolos cómplices que guiaron circunstancias de mi vida. Los que de uno en uno van (re)componiendo percepciones, sensaciones, recuerdos y acciones futuras. Que son los granos de arena de nuestro andar por la vida, de nuestro actuar en el film.

Pequeñas intervenciones, y sin duda a veces grandes cambios. Y recuerdos, emociones y más acciones.

Gracias a ustedes. Por ayudarme a mantener la incertidumbre; a vencer las señales rutinarias.

Nos leemos.


13.4.06

Las preguntas de rigor


Por qué me dejo estar.
Por qué me cuesta tanto apagar la aburrida TV de madrugada antes de dormir. Por qué no saco a pasear a mi perro. Por qué me quedo media hora pegado en un párrafo. Por qué salgo al filo de la hora. Por qué cuando digo que dormiré temprano, termino durmiendo 2 horas. Por qué dejo todo para el final. Por qué me gusta caminar solo y sin sentido. Por qué todo se vuelve tan rutinario.

Just walkin arround...

Un poquitín fatigado estoy...


Saludos.